miércoles, 21 de octubre de 2020

La importancia del cuidado del movimiento en la etapa de 0 a 2 años

El movimiento de los infantes, también llamado motricidad, es uno de los aspectos del desarrollo más importantes en toda la primera infancia ( de 0 a 6 años). Tal es esta realidad que el hecho de que no se alcance alguno de los llamado hitos del desarrollo, como puede ser el seguimiento de un objeto con la vista o la mejora de la coordinación óculo manual, sería un indicativo de alguna dificultad con respecto al desarrollo del niñ@.


Si observamos a un recién nacido o a un bebé que ya tiene uno o dos meses de edad podemos ver que, que en comparación con otros seres vivos, el ser humano viene  al mundo con muy poca actividad psíquica y  con un movimiento y una autonomía realmente muy limitidas, siendo únicamente capaz de responder a los gestos de sus familiares a través del llanto, del contacto ocular, de la llamada "sonrisa social" y algún que otro gesto de sus extremidades. Tiene que pasar algún tiempo en el que se produzcan una serie de aprendizajes experienciales y en el que se integren los llamados reflejos primitivos, para que despierte la "conciencia", su capacidad perceptiva y la motricidad de los niñ@s se desarrolle y puedan desplazarse por ell@s mismos. De esta manera podrán interactuar con su contexto y complentar su desarrollo físico, cognitivo, social y emocial llegado el momento.
 
 

¿Cuáles son entonces las funciones que cumple la motricidad?. Básicamente, pero no por ello menos importante, el movimiento que poco a poco desarrollan l@s niñ@s les permite:
  • Comunicarse con su entorno. Como sabemos, en la comunicación un elemento vital que acompaña al habla es la comunicación no verbal. El desarrollo del movimiento elicita que l@s pequeñ@s adquieran o aprendan las posturas y los gestos que, a medida que desarrollen el lengaje, acompañarán a sus mensajes.
  • Desplazamiento y manipulación de objetos. Gracias a los movimientos que poco a poco van desarrollando, los infantes logran modificar la relación de total dependencia que se establece desde el momento de la gestación, hasta el punto que dejan de necesitar del cuidado continuo de sus progenitores o figuras de apego al darse cuenta de que tienen la capacidad de modifiar y actuar sobre su entorno.
  • Fomenta la construcción de la relación de apego y vínculo entre el niño y los familiares. Una vez que los bebés han nacido, y a no ser que haya alguna enfermedad o trastorno que lo impida o dificulte, continúan con su proceso de desarrollo gracias a los cuidados y estimulación que perciben del entorno. Y es precisamente esta situación de cuidado, juego y caricias la que va a potenciar que se construya una realición de apego a partir de la cual los niños elaboraran las relaciones futuras. 
  • Potencia y permite la continuidad del proceso de desarrollo y maduración del sistema nervioso. El crecimiento y la maduración del sistema nervioso es un proceso programado genéticamente pero tiene un importante componente ambiental. Esto significa que si l@s infantes no perciben estimulación por parte de su entorno familiar, los distintos procesos que conforman el proceso de maduración del sistema nervioso ( neurogénisis, migración, sinaptogénesis) no se llevarán a cabo de manera adecuada y no se podrán desarrollar como se espararía determinado aprendizajes, sobre todo aquellos que tiene un período crítico y que a partir de determinada edad ya no podrían llevarse a cabo.
En conclusión, ¿por qué es entonces tan importante el cuidar y fomentar la motricidad de l@s niñ@s durante los dos primeros años? Porque a lo largo de este tiempo los niños y las niñas experimentan una serie de cambios realmente importantes, todos ellos propiciados por las interacciones que se establezcan con ellos, dándole igual importancia tanto al "qué" como al "cómo". Por un lado, la propia estimulación que reciben de su entorno, bien sea en forma de atención a las necesidades vitales, las experiencias afectivas y el cuidado del sentido del tacto o la estimulacion psicomotriz con juegos de movimientos en donde haya distintos elementos como la  "interacción comunicativa", el "respeto de los turnos"... provocará que se despierte en l@s pequeñ@s su capacidad perceptiva y la "apetencia" (paso previo de lo que en la pedagofía Waldorf se conoce por "voluntad") por conocer y manipular los elementos que conforman su entorno, dos aspectos necesarios e imprenscidibles para el futuro desarrollo del lenguaje o el pensamiento. La capacidad perceptiva hace referencia a la habilidad para, no solo percibirse a uno mismo, en relación con el mundo, sino también los elementos que lo conforman y las relaciones que se pueden establecer entre ellos. La apetencia, por otro lado, es el origen de lo que será la "voluntad", es decir, la "disposición" interna para realizar distintas acciones. Ambos son, por tanto, componentes a tener en cuento cuando hablamos del desarrollo adecuado de los niños.
Y, por otro lado, al mismo tiempo que trabajamos lo ya comentado se construirá y fortalecerá el vínculo y el apego entre los disntintos miembros de la familia, elementos necesarios, tanto emocional como biológicamente, para que se produzca el crecimiento físico y continúen desarrollándose las distintas conexiones y centros neurológicos que facilitaran el correcto funcionamiento del niño en las distintas tareas y experiencias vitales que conformarán su vida y sobre los cuales construirán las futuras relaciones.